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Cada día los hijos pretextan su ayuda en las labores del hogar alegando que su única responsabilidad es estudiar y lo demás depende sólo de sus padres. A eso se le llama ser MANTENIDOS.
Para hacerlos felices les compramos la mejor ropa, hacemos que estudien en escuelas particulares y les damos dinero para sus gastos, los cuales -por cierto- no se ganan y lo que es más grave: creen que es tu obligación. Te sacrificas para que tus hijos tengan lo mejor y nunca quedan contentos, sólo recibes EXIGENCIAS Y EGOISMO.
Si miramos hacia atrás y revisamos los años de nuestra juventud, todo era muy diferente. No tenías celular y no pasaba nada. No tenías computadora. Te conformabas con la ropa que te podían comprar y no por eso te sentías diferente ni mal por no usar la marca X ó Z.
Si te llamaban la atención, o negaban un permiso, no faltabas ni amenazabas a tu papá. Para ir a una fiesta prometías regresar a una hora y la cumplías así no te gustara, de lo contrario no ibas a la siguiente. Entonces existía un valor que aprendimos desde niños: EL RESPETO. Había otros también: el orden, la disciplina y la obediencia.
Hoy, algunos padres no sólo les ayudan con sus tareas, sino que la hacen completa. Somos cómplices de nuestros hijos. Antes no te sobreprotegían, ni te solucionaban los problemas, tenías libertad hasta para cometer errores, lo cual te llevó a desarrollar un sentido de responsabilidad y de identidad. Eso se llama CRECER.
Tampoco faltaba un correazo bien puesto, que a nadie le ocasionó trauma alguno. A papá le escuchábamos con respeto y la orden de mamá se acataba sin protestar; sus consejos no eran catalogados como cantaletas. Ellos ponían las reglas sin miedo a que dijeras: “no me comprenden” o “me voy de la casa”. ¿A dónde ibas a ir y dónde te tratarían mejor que en tu casa?. Si no querías comer te quedabas con hambre y no te daban dinero para comprar porquerías en la tienda.
¿Que podemos hacer con los hijos de hoy?.
Enséñales a ganar su propio dinero con honestidad, para que sepan lo que cuesta administrarlo y disfrutarlo. Enséñales a valorar la oportunidad del estudio, no todas las personas tienen el privilegio de prepararse, tener una profesión y formar un plan de vida equilibrado.
Enséñales a respetar a sus semejantes para que cuando tengan su pareja la sepan cultivar y procurar. La igualdad entre hombres y mujeres no es faltarse al respeto, ni tener jerarquías ventajosas.
Enséñales a formar su escala de valores que los harán seres humanos de bien, útiles a su familia y a la sociedad. Que sepan que los valores no pasaron de moda ni son piezas de museo. Enséñales a quererse a sí mismos para que cuando tengan sus hijos, los amen y eduquen.
Ponte las pilas. Hagamos que nuestros hijos aprendan que el respeto, compromiso, honestidad, humildad, cortesía, prudencia, generosidad, agradecimiento y nobleza de corazón…los hará unos seres humanos de excelencia….¡Después de todo no es tan difícil….Prueba y verás!.
¡Cumplido con su encargo amigo argentino!.
Soy Rebelde, un tema generacional