viernes, 25 de abril de 2008

Recetas para la longevidad

Por los correos que me remiten, compruebo que existe más preocupación de lo que se dice respecto a esto de llegar a la base 5. Puede que un amor de pareja o un trabajo estable sean dos necesidades mayoritarias, pero también lo es la salud.

Indicadores oficiales revelan que las expectativas de vida más altas las tienen naciones como Japón, Suecia, Suiza, Australia, Francia, Canadá, Italia, España, Noruega, Alemania y el Reino Unido, pues sus ciudadanos pueden vivir hasta los 80. En el lado opuesto se sitúan los nacidos en Tanzania, Guinea, Sudán, Costa de Marfil, Ruanda, Somalia, Nigeria, Afganistán, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Sierra Leona, Zimbahue, Zambia, Angola y Suazilandia, con promedios entre los 50 y 32 años.

Quienes nacimos en Uruguay, México, Venezuela, Colombia, Brasil y Perú podemos llegar a los 75 años. Y mejor expectativa tienen los costarricenses, cubanos, chilenos, ecuatorianos y argentinos con 77. En el lado opuesto figuran los bolivianos y haitianos con 66 y 57 años, respectivamente.

Esto significa que, si los cincuentones apenas estamos cumpliendo dos tercios de posibilidades de vivir, todavía tendremos unos 25 años para hacer de las nuestras. Es decir mucho. O sea el tiempo que nos tomó para nacer, ser niños, adolescentes, jóvenes, adultos, colegiales, universitarios, hacernos profesionales y conocer posiblemente a la madre de nuestros hijos (por lo menos del primero). Así, una nueva preocupación surgida es mejorar la calidad de vida para cuando lleguemos a esa edad, pues para entonces -dentro de dos décadas y media- podría aumentar la expectativa de vida en dos años por lo menos.

Fórmulas para ser envidiable

Giovanna, una lectora colombiana profesional de la salud, me remitió ciertas recomendaciones para conseguir una longevidad plena que nos permita disfrutar de lo mucho que queda por vivir. No se trata de crema ni pócimas milagrosas, sólo de conocer los alimentos indicados que contienen los antioxidantes necesarios para evitar los achaques.

Tomates: La fuente más grande del antioxidante lycopene, que reduce el riesgo de cáncer de próstata, pulmones y estómago en 40% e incrementa su supervivencia. Quien come tomates funciona mejor mentalmente en la edad avanzada y sufren la mitad de enfermedades del corazón.

Aceite de Oliva: Ayuda a reducir la muerte por enfermedades cardíacas y cáncer. Investigaciones muestran que sobrevivientes a los ataques del corazón con una dieta mediterránea tiene la mitad de la tasa de mortalidad que aquellos que llevan una dieta normal. Es alto en actividad antioxidante.

Uvas Rojas: También tienen un poder antioxidante, lo mismo que el vino tinto (no blanco). Científicos franceses han mostrado que beber vino tinto con moderación incrementa la longevidad, pero un exceso tiene el efecto opuesto, así que limítese a dos vasos por día.

Ajos: En Alemania descubrieron en su composición antioxidantes que ayudan a librar del cáncer, enfermedades cardiacas, envejecimiento y a prolongar el tiempo de supervivencia al cáncer.

Espinaca: Vegetal sólo comparado con el ajo por su actividad antioxidante, también rico en acido fólico, ayuda a luchar contra el cáncer, enfermedades cardiacas y desórdenes mentales. La Nueva Universidad de Kentucky demostró que el
acido fólico puede prevenir la enfermedad de Alzheimer.

Granos Enteros: Estudios de la
Universidad de Minnesota sugieren que mientras más granos enteros consuma usted, bajará su propensión a la muerte en un 15%. Los granos enteros contienen agentes anticancerígenos y ayudan a estabilizar el azúcar en la sangre y la insulina, lo cual promueve la longevidad.

Salmón, trucha y otros pescados: Contienen altas cantidades de aceite Omega-3 gestor de milagros a través del cuerpo y que lucha virtualmente con cada enfermedad crónica conocida. Sin esto, su cerebro no puede pensar, su corazón no puede palpitar, sus arterias se obstaculizan, y sus articulaciones se inflaman. Usted necesita una onza al día, o dos porciones de salmón, sardinas, macarela, arenque o atún por semana.

Nueces: La
Universidad de Harvard encontró que comiendo más de 5 onzas a la semana, se puede evitar un 40% de ataques al corazón y ayuda a prevenir la mortal arritmia cardiaca. Las almendras y nueces además bajan el colesterol de la sangre.

Té: El té verde o negro gozan de iguales beneficios antioxidantes. Los investigadores de Harvard, encontraron que una taza al día puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas a la mitad, mientras que la
Universidad de Tufts demostró que el té de bolsita o instantáneo tiene muy poco efecto.

Les retransmito esta información resultado del rigor científico de quienes esperan que, en pocos años el hombre llegue a los 100 como promedio. ¿Es eso difícil?. Parece que no pues en la actualidad hay más de 200 mil personas en el mundo que superan esa edad.

viernes, 18 de abril de 2008

Reflexiones sobre la edad

Marina, una docente peruana de las que se desvive por forjar una niñez que mañana llegue a la adultez con integridad y decencia, me remitió hace unos días un correo que encerraba algunas reflexiones sobre la edad escritas en diferentes épocas. Quiero compartir con ustedes las mismas.


De mis disparates de juventud, lo que me da pena, no es el haberlos cometido, sino poder volver a cometerlos (Pierre Benoit)


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Envejecer es pasar de la pasión a la compasión (Albert Camus)

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A los 20 años reina la voluntad, a los 30 el espíritu, a los 40 el juicio (Benjamin Franklin)

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El que no es bello a los 20, ni fuerte a los 30, ni rico a los 40, ni sabio a los 50, nunca será: ni bello, ni fuerte, ni rico, ni sabio (George Herbert)

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En los ojos del joven arde la llama, en los ojos del viejo, brilla la luz (Víctor Hugo)

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El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad (Gabriel García Márquez)

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Envejecer es el único medio de vivir mucho tiempo (Charles A. Sainte Beuve)

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La edad madura es aquella en la cual se es todavía joven, pero con mucho más esfuerzo (Jean Louis Barrault)

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Muchas personas no cumplen los 80 porque intentan, durante demasiado tiempo, quedarse en los 40 (Salvador Dali)

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Los jóvenes piensan que los viejos somos tontos, los viejos sabemos que los jóvenes lo son (John Lyly)

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La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño (Friedrich Nietzsche)

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Es verdad que cuando se pasa de los 60, son muy pocas las cosas que nos parecen disparates (Enrique Larreta)

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Nada va más de prisa que los años (Ovidio)

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Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario (Arthur Schopenhauer)

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La iniciativa de la juventud vale tanto como la experiencia de los viejos (Madame G. de Knorr)

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Los jóvenes van en grupo, los adultos en parejas y los viejos solos (Proverbio)

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Todos deseamos llegar a viejos y todos negamos que hemos llegado (Quevedo)

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Esto de los años yo no lo entiendo, porque aunque es bueno cumplirlos, no lo es tenerlos (Francisco de Rojas)

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Que tu sabiduría sea la sabiduría de las canas, pero que tu corazón sea el corazón de la infancia candorosa (Friedrich Schiller)

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La vejez es la pérdida de la curiosidad (Azorín)

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Saber envejecer es una obra maestra de la sabiduría, y una de laspartes más difíciles del gran arte de vivir (Henri Fréderic Amiel)

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¿Que los años pasan muy rápidamente? Sí, para el que envejece (Knut Hamsun)

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Hay que subir la montaña como viejo para llegar como joven (Anónimo).

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Saber demasiado es envejecer prematuramente (Proverbio).

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Es mucho más agradable y más esperanzador ser un joven de 70 años, que un viejo de 40 (Oliver Wendel Holmes)

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No me siento viejo porque tenga tantos años tras de mí, sino por los pocos que tengo por delante (Ephraim Kishon)

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En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos (Marie Von Ebner Eschenbach)

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En el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad (Graham Greene)

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El arte de envejecer, es el arte de conservar alguna esperanza (André Maurois)

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No hay jóvenes y viejos; sólo jóvenes y enfermos (Pedro Laín Entralgo)

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Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros (Jean La Bruyére)

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Cada edad nos asigna un papel diferente (Napoleón)

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La vejez vista por Alberto Cortez

viernes, 11 de abril de 2008

Se busca ejecutivos


El aviso apareció en “El Comercio”. Como cada domingo, Esteban buscaba su oportunidad. No era un simple clasificado con errores de sintaxis y abreviaturas, redactado para ahorrar dinero. Este tenía la dimensión de un cuarto de página.

“CORPORACION INTERNACIONAL BUSCA EJECUTIVO PARA GERENCIA DE RELACIONES CORPORATIVAS” decía el encabezado. Se exigía entre 35 y 50 años, título en periodismo, relaciones públicas, publicidad o marketing, además de 10 años de experiencia, inglés y referencias. El aviso pedía presentarse al día siguiente a las 8 y 30 en Surco. Y lo más importante, se leía “No es para ventas”.

Mi amigo Esteban es entrañable desde la universidad. También siguió Derecho pero el casamiento, nacimiento de sus tres hijos y trabajo le impidieron graduarse hasta el 2004. Así, con dos títulos bajo el brazo e ingresos compartidos como abogado y taxista, se recursea para mantener a su ex familia, pues está divorciado hace año y medio.

Con fe imprimió un CV. Ya ni recordaba cuántas veces lo hizo en los últimos tres años cuando le dijeron hasta aqui nomás, gracias pero el diario no va más, ya no vende y la publicidad no es suficiente. Esa mañana de marzo, pese al calor reinante, un aire helado recorrió su delgada humanidad; ahí supo que se quedaría sin cobrar los dos meses que le adeudaban y menos beneficios por los trece años de labor ininterrumpida, de lunes a domingo, de enero a diciembre.

Llevando por compañera a la esperanza estuvo a la hora. Junto a él otras cincuenta personas. Todos llenaron una ficha de datos, siendo informados que si aprobaban este tamiz serían convocados para una entrevista en siete días y que, por tanto, esperaran la llamada.

Era un edificio elegante, alfombrado, con muebles por ubicar. Descartó que buscaran vendedores pues en esos casos las entrevistas y la selección son inmediatas. No tenía nada contra aquellos y menos con la posibilidad de trabajo, pero no era lo suyo, se sabía tan malo que no hubiera podido vender ni una refrigeradora en el infierno.

Creyó tener la suerte de lado cuando el viernes le llamaron para la segunda etapa, debía presentarse el lunes a las ocho en punto. Allí estuvo, y para su sorpresa el grupo se redujo a la mitad.

El anfitrión y representante de la empresa, un colombiano de cuarenta años, dio la bienvenida y tras un rollo de veinticinco minutos les felicitó porque durante los próximos cinco días serían evaluados hasta quedar una terna para decidir con quién trabajar.

Todos llenaron un test psicológico y una encuesta sobre referencias personales, expectativas de sueldo y disponibilidad. Al finalizar anotó “Si es para ventas, no me interesa”. La jornada terminó cuando les dijeron que sólo se comunicarían con quienes quedaran al margen. Los demás deberían presentarse al día siguiente.

Esteban fue el martes. Nadie le dijo adiós y si había advertido que no contaran con él para vender, entonces iba por buen camino. Ahora quedaban quince y el misterio se develó. Sí era una transnacional, colombiana, con sedes en toda América, que editaba cursos de inglés, con libros, cd y cassete, buscabando un responsable para las relaciones públicas, marketing y publicidad en el Perú.

El cronograma desde ese martes hasta llegar a la terna del viernes incluía café y sandwichs a las 10 horas, pues la jornada duraría hasta la una de la tarde. En ese lapso se hablaría sobre los comienzos de la empresa, su evolución, sus proyectos y analizarían planes de trabajo ejecutados en otros países. El día finalizó con otra evaluación y la frase de que sólo se comunicarían con quienes quedaran al margen. Los demás deberían presentarse al día siguiente.

El miércoles hubo ocho postulantes. La jornada fue parecida. El jueves apenas cinco. Esteban llegó hasta ahí siempre escuchando que sólo se comunicarían con quienes quedaran al margen. Los demás deberían presentarse al día siguiente. Seguro de llegar al último día supo que no lo llamarían para decirle ya no vengas. Así fue.

El viernes sólo asistieron tres. El anfitrión les felicitó por llegar a la final-final y comunicó que la empresa decidía integrar al trío. Tras la algarabía propia de la noticia y congratulaciones recíprocas, informó que en tanto se implementaba la Gerencia de Relaciones Corporativas, pasarían a trabajar al área de comercialización pues les habían detectado muchas cualidades, incluyendo sus amplias referencias personales o sea contactos. En resumen: vendedores.

No bien escuchó la oferta, Esteban se paró y avanzó hacia la puerta intentando en vano ser convencido por el colombiano que magnificaba sus condiciones para el puesto. “¡Me hiciste perder una semana, te dije desde el primer día que no me interesaban las ventas, hubiera taxeado más tiempo!” gritó. Recién al tomar la calle se percató que quienes quedaron en el camino lo intuyeron antes y ya estarían buscando otro trabajo.

viernes, 4 de abril de 2008

La curva de la demencia

Durante muchos años, y a manera de justificar el descuido corporal, dijimos a los cuatro vientos que esa protuberancia que asomaba en el abdomen era el inicio de la “curva de la felicidad”.

Tal eufemismo fue aceptado con resignación por las parejas que, por lo general, nos conocieron en la plenitud de nuestro estado físico, haciendo deporte, enfrentándonos a quien se atreviera a mirarlas más de la cuenta o alardeando de la propia fuerza.

¿En qué momento empezó el cambio?. Sin duda después del matrimonio. ¿Por qué?. Simplemente por dejadez, aunque como excusa digamos que ella lo alentó preparándonos los platos y postres favoritos. En simultáneo, y mientras la “curva” crecía con los años, les exigíamos que se mostraran siempre regias y que se arreglaran todo el día. No importaba si sus cuerpos tenían la flacidez o hinchazón de varios embarazos.

Felizmente no me encuentro entre quienes alcanzaron tal categoría. Cuando quiso presentarse, por un poco de amor propio, recurrí al gimnasio y no sólo rebajé esa grasa abdominal -como diría Arjona- sino también los kilos que con los años llegaron y se quedaron. Hoy, tengo el peso de cuando me casé hace 25.

Pero tengo amigos que no. Lo mismo conozco a muchas personas que hace tiempo tiraron la toalla, prefiriendo lidiar con la barriga cervecera y comprándose cada año pantalones de una talla mayor con una correa más larga.

Hoy me acabo de enterar que ellos corren el riesgo de sufrir demencia senil cuando ingresen a la tercera edad. Y no es la atrevida premonición de algún chamán o aventurero que interpreta los signos zodiacales. No. Se trata de un amplio estudio divulgado por la revista norteamericana Neurology.

El trabajo fue realizado por la División de Investigaciones de Kaiser Permanente, una aseguradora de salud, y tuvo una duración de 36 años, lo que demuestra la seriedad del mismo; durante ese lapso se estudió a 6,583 personas -de entre 40 y 45 años- a quienes se midió su densidad abdominal.

La doctora Rachel Whitmer, autora del análisis, afirma que dicho diagnóstico demuestra una vinculación directa entre mayor circunferencia de barriga y riesgo de demencia. Este se suma a trabajos anteriores que confirman que a mayor exceso de peso mayor riesgo de diabetes, derrames cerebrales y enfermedades cardiovasculares.

Las cifras del alarmante estudio indican que quienes lucieron sobrepeso y barriga abultada tuvieron el doble de probabilidades de desarrollar demencia que las personas con peso y barriga normales, triplicándose para quienes estuvieron en la categoría de obesos.

Asimismo, las autopsias demostraron que el nivel de adiposidad abdominal en adultos de edad avanzada tuvo vinculación con la atrofia cerebral, principal causante para desarrollar algún tipo de demencia, lo cual puede empezar en la edad mediana (o sea entre los 40 y 50).

Vicente, un amigo que hace unos meses recién superó los 40 años pero con su “curva de la felicidad” sin haberse casado, comprometido siquiera y menos tener quien le cocine, ha jurado regresar al gimnasio luego de su fracasado intento de hace un lustro.

Juan Carlos, Esteban, Manuel y Vicente

En ese entonces, muy afanoso, se inscribió tras ser convencido por Juan Carlos, Esteban y Manuel, ya que ellos también asistían. Todo iba bien hasta que este trío compró una trusa de encaje rojo, coquetamente femenina, y se la escondió entre sus implementos de baño. Una noche, al terminar la jornada de ejercicios, luego de ducharse, en el vestuario lleno de hombres, Vicente estiró la toalla para secar su adiposa figura, con tan mala suerte que la prenda íntima cayó al suelo ante el asombro de todos los presentes. Desde entonces justificó su fama de solterón.

Balada para un gordo