viernes, 12 de septiembre de 2008

Los hombres también lloran

No recuerdo exactamente a qué edad, pero estoy seguro que no pasaba los cinco años, cuando escuché eso de que los hombrecitos no lloraban. Esa debilidad estaba destinada exclusivamente para las mujeres, pero no para nosotros. Uno podía golpearse o ser golpeado, castigado con suspensiones de juegos, salidas, visitas a los amigos, o simplemente ser amonestado por nuestros padres con palabras que un pequeño considera duras, y no debería desahogarse con el llanto.

Tal sentencia de que los hombres no lloraban, y que mi generación y otras más escucharon durante décadas, fue la herencia recibida por nuestros padres, quienes a su vez la recibieron de nuestros abuelos, y éstos de los bisabuelos. ¿Cuál fue el motivo?. No lo sé. Quizás tiene su base en la sociedad de antaño que hacía diferencias entre sexo débil y sexo fuerte. Lo cierto es que ver llorar a un hombre era imposible pues hacerlo en público solamente demostraba su cobardía.

Si bien hay un componente cultural para que muchos varones no manifiesten sus sentimientos, existe en otros un problema patológico que los médicos denominan alexitimia que es la incapacidad para transmitir emociones. Según investigadores, esta alteración la sufren una de cada siete personas, siendo en su mayoría los conocidos hombres de hielo o de corazón de piedra.


La reflexión sobre el llanto viene a mí luego de acompañar a un amigo cercano durante el funeral de su esposa hace unos días. Esa mañana Reynaldo se quebró de dolor mientras Silvia partía de su lado tras soportar dos años de un cáncer que no perdonó su juventud ni su maternidad reciente. Antes le había visto llorar incontables veces y quienes estuvimos con él en tales momentos, todos hombres, jamás creímos que fuera un cobarde.

Y recordando se proyectaron ante mi múltiples escenas donde nadie sintió vergüenza por derramar lágrimas.

Vi a Manuel la última vez que se quedó sin trabajo, despedido, sin recibir siquiera las gracias por tantos años de aporte profesional, sin vacaciones, sin horas extras, sin indemnización, sin nada. Allí estaba frente a mí, bramando su rabia, impotente, preocupado por su familia y su manutención.

Vi a Richi, mi compañero de la universidad, sufriendo al descubrir la infidelidad de su esposa, su amor de toda la vida, y madre de sus tres hijos varones. Y también vi llorar a estos jovencitos cuando fueron informados que el matrimonio de sus padres llegaba a su fin.

Vi emocionarse a curtidos y veteranos hombres de la calle al momento de entregarse en cuerpo y alma a Cristo, algo que minutos antes de suceder creían impensable.

Vi a mi padre llorar en silencio ante la partida de su madre y cuando un pequeño hijo también se fue una noche.

Vi a muchos llorar por el nacimiento de un niño, por los quince años de sus hijas, por la llegada de un nieto, porque se graduaron, porque sus hijos ingresaron a la universidad, porque consiguieron trabajo después de tiempo, porque lograron adquirir la casa por la que tantos años lucharon o, simplemente, porque perdió el equipo de sus amores.

Fueron llantos de alegría, de rabia, de tristeza, de frustración, de emoción, de impotencia, de nerviosismo, Fueron sentimientos expresados y eso hace sentirse vivo.

Vi llorar a muchos hombres y también lloré por éso.

Dejenme si estoy llorando - Los Angeles Negros

2 comentarios:

Buy Kamagra dijo...

Claro que los hombres tambien lloran, mas cuando los deja una mujer a la que han amado, lo que pasa es que ellos se guardan todo para no parecer vulnerables. Hay una novela de Susan J. Chorrea que relata muy bien esto que yo estoy queriendo decir. Deberian de leerla.

Viagra Canada dijo...

La verdad no es bueno el aguantarse llorar o gritar ante X situacion por el guardar esas cosas en el corazon por decirlo asi hace que la ira se haga mas grande y se convierta en odio lo cual no es muy sano y puede llegar uno a amargarse la vida.