viernes, 28 de marzo de 2008

Desempleo y divorcio

La idea de crear un blog empezó a rondarme hace dos meses, fue luego que uno de mis hermanos, periodista también, cumpliera un año de exitosa labor en un espacio similar a este.

“Debe ser un tema atractivo” dijeron quienes conocen de esto mas que yo. Al buscarlo y porque, precisamente los de mi generación ¡ya fuimos! es que varios colegas, tanto de medios como de la universidad, pidieron escribir sobre las angustias que vivimos quienes estamos en la base 5.

Ya no se trata de currículo, estudios, pergaminos, experiencia y cualquier otra exigencia que bien se pueden satisfacer si nos guiamos por los avisos que salen los domingos en el diario decano. Se trata de que no cumplimos con el principal requisito: ser menores de las tres décadas y media.

Entonces allí vamos sobreviviendo, con nuestros hijos haciéndose más hombres cada día, y comprobando cómo sus amigos que estudiaron lo mismo, pero sin experiencia, acceden más fácil a esos puestos en vez de nosotros.

Y si a esto se suma que nuestra generación es la generación de los divorcios, coincidirán que estar sin trabajo y sin pareja es una mezcla explosiva altamente depresiva que podría estallar en cualquier momento.

Si Renato Cisneros, con apenas 32 años, escribió durante un año “Busco Novia”, y le tomó ese lapso para conseguir una, imagínense cuánto puede tomarle a uno que superó los 50, sobre todo si el ego masculino pide una muchacha que no pase los 35 (similar a los anuncios laborales).

Pretendo describir vivencias de gente amiga, que en conversaciones muy íntimas se lamenta por no hacer realidad uno de los dos grandes deseos del ser humano: un trabajo permanente que le permita ingresos o un amor de pareja a nuestra edad. Y a veces con ambas carencias.

Muchos preguntarán si no es una terapia para desahogarme de frustraciones laborales y sentimentales. Por supuesto que quien escribe, y mucho más yo un ex estudiante de literatura que abandonó San Marcos para dedicarse al periodismo, pone mucho de su vida íntima en cada escrito, para qué negarlo. Pero, en este momento, tengo un trabajo que me deja en libertad para presentarles la osadía del blog propio. Igual pasa con mi vida sentimental, estoy tranquilo y sereno.

Sin embargo, si saben de una chambita para los mayores de 50 no duden en pasar la voz y lo mismo si hay alguna chica que busque pareja, mis amigos se lo agradecerán.

Por lo pronto Juan Carlos, Esteban y Manuel -patas entrañables desde la universidad- esperan ansiosos esta publicación. Los dos primeros son divorciados, uno más de 10 años y el otro apenas 18 meses. El tercero en cambio sigue viviendo con su esposa bajo el mismo techo, aunque hace tiempo dejaron de amarse.

Pese a ser excelentes profesionales tampoco escapan a los sinsabores de quedarse sin un empleo pleno. Mientras a uno sus beneficios sociales le alcanzaron para invertir en un snack al paso, a los otros apenas les dieron las gracias, obligándose a taxear mientras encuentran una nueva oportunidad de trabajo.

Eso si: pese a los problemas y exigencias diarias -propias y de sus familias- manejan la filosofía de “¡vive la vida y no dejes que la vida te viva!”: por eso ante los ojos de los demás son unos tipos envidiables.