viernes, 25 de julio de 2008

El amor sólo dura cuatro años

Durante muchos años nos aseguraron que eso que conocemos como amor con su matrimonio, pasiones, engreimientos y locuras, tenía una duración promedio de siete años. Inclusive, quienes más sabían de esto, hablaban de “la comezón del sétimo año” en alusión a las tentaciones que empezamos a sentir, sobre todo los varones, tras ese tiempo de convivencia.

Hoy, con todas las posibilidades de investigación existentes, científicos mexicanos han analizado la verdad de aquellas creencias y llegan a la conclusión -aunque usted no lo crea como diría Ripley- que el amor apenas dura cuatro años

Para ello realizaron múltiples análisis con implicancias neurológicas de este sentimiento que, al mismo tiempo, es resultado de un proceso físico químico que se activa en el cerebro y que es calificado por los propios científicos como un "estado demencial temporal".

Los responsables de esta novedosa información son especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabezados por Georgina Montemayor Flores, y aclaran que para ellos el amor se diferencia de la atracción física y sexual.

La especialista asegura que el enamoramiento activa en nuestro cerebro sustancias químicas que ocupan todas las neuronas y que sólo hacen pensar en el ser amado. “Cuando un individuo se enamora, se accionan las zonas que controlan emociones, como el tálamo, la amígdala, el hipotálamo, el hipocampo, el giro singulado y las partes del sistema límbico", expone.

Para sorpresa de muchos, el equipo de científicos mexicanos afirma que este estado físico químico no dura para siempre y que por lo general llega a un máximo de cuatro años o hasta que aparece otro ser que despierta esa pasión romántica, y sólo queda el apego o la compañía hacia una persona. “En este sentido, la condición sicológica del enamorado puede ser comparable con un estado obsesivo compulsivo", sostienen.

El trabajo que ha despertado polémica en la comunidad internacional advierte que el amor romántico es tan fuerte como el impulso de ingerir alimentos o tener sed, que se puede controlar en las primeras etapas, pero una vez activado es imposible detenerlo inmediatamente, aunque es temporal.

Para la experta mexicana el amor tiene un precio. “Por principio, se pierde la libertad y también se vuelve dependiente de otra persona, por ello, se debe recordar que el desamor libera. En sus inicios, el amor deviene en una obsesión de tales dimensiones que las personas dejan de ser productivas; de hecho las grandes obras de arte nunca se crearon cuando los autores estaban apasionados, sino después, en el proceso del desamor", expresa categóricamente.

Otra de los resultados de la investigación radica en el hecho de que sólo se puede estar enamorado de una persona a la vez, a diferencia del cariño o del deseo sexual que puede darse con varios o varias al mismo tiempo. Por eso, la especialista precisó que las personas entran y salen de tal estado de enamoramiento porque el cerebro no podría resistir tanto desgaste si se mantuviera así constantemente.

La investigación no explica comportamientos de personas que seguramente todos conocemos como eternamente enamoradas. Y si bien hoy son más frecuentes las rupturas o divorcios, en nuestro entorno vemos parejas muy enamoradas, con muchos años de relación, y que se deben reír de este trabajo.

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A propósito del bloq anterior, encontré este tema de Joaquin Sabina y una receta muy particular para vivir 100 años


Joaquín Sabina: Pastillas para no soñar

viernes, 18 de julio de 2008

Vivir cien años ya es posible


Una de los principales deseos del hombre ha sido descubrir la llamada fuente de la juventud y prolongar su vida. En su afán por encontrarla creó recetas y lanzó recomendaciones que incluyen hábitos alimenticios, aparte de cremas y operaciones que sólo sirven para un cambio estético.

Alberto Boveris, un científico argentino, obsesionado por el tema, asegura que si existieron personas que vivieron hasta los 120 años, uno de los objetivos de la medicina actual es que todos los seres humanos vivan tanto como aquellos y que lo hagan en forma saludable.

Hoy se conoce que sólo en Estados Unidos existen unos 75 mil ciudadanos que tienen más de 100 años y que en el mundo hay casi 200 mil que superan esa edad. Tal cifra resulta estimulante si recordamos que a comienzos del siglo XX apenas había unas 500 personas mayores a 100 años. Ahora es el grupo etario que más creció. Hace tres décadas, los jóvenes representaban el 33% de la población total, hoy son el 18%. Los mayores de 60 representaban el 12%, hoy son el 24%.

Un objetivo primordial es que al ingresar a lo que hoy se llama cuarta edad se goce de una vida saludable. En este sentido Japón lleva la delantera pues mientras su esperanza de vida es de 76 años y su expectativa de vida saludable es de 74.5 años, en nuestros países latinoamericanos, la esperanza de vida es de 74 años y la expectativa de vida saludable de 68. O sea que mientras los japoneses sufrirán los achaques propios de la vejez apenas entre el 1 y el 2% de su vida, nosotros -los de esta parte del continente- lo estaremos el 10% de nuestra existencia.

Los especialistas consideran que llegar a los cien años de edad, en buenas condiciones, será posible sin ninguna duda. Para ello se basan en las estadísticas del siglo XX que pudo elevar la vida del ser humano de los 50 a 80 años, fundamentalmente por los descubrimientos científicos que permitieron luchar contra las infecciones.

Dan Buettner, un investigador norteamericano, logró descubrir cuatro lugares del mundo donde la gente vive normalmente entre 90 y 100 años y cuenta cómo añadir años a su vida en su libro "The Blue Zones" (Las zonas azules). Estos lugares son la región de Barbagia en Cerdeña, la isla japonesa de Okinawa, una comunidad de Adventistas del Séptimo Día en Loma Linda en California y la península de Nicoya en Costa Rica.

El autor, quien trabajó el tema durante siete años, encontró factores comunes en los longevos, entre ellos relaciones familiares muy sólidas así como un estímulo para vivir y hábitos alimenticios saludables, además de una vida activa y beber en forma moderada.
Por otro lado, pruebas de laboratorio demostraron el rol clave que juegan tanto la vitamina E como la actividad física y mental. Es decir, una combinación de buena alimentación, ejercicios moderados y actividad neurológica.

Como se sabe, el envejecimiento es resultado de un complejo proceso que incluye desde la carga genética y la muerte celular hasta el medioambiente. Es decir que el hombre, desde que nace, incorpora a su organismo productos tóxicos altamente dañinos que van desde la polución y la radiación hasta el tabaco y los medicamentos, pasando por los aditivos químicos de alimentos procesados.

Si con el tiempo los avances médicos nos permiten llegar a esa edad, sería bueno pensar desde ahora qué haremos para no aburrirnos.

viernes, 11 de julio de 2008

Lo que cuesta criar un hijo

En Estados Unidos -uno de los países desarrollados donde todo se investiga- se ha llegado a la conclusión de que un matrimonio puede gastar entre 148 mil y 300 mil dólares para criar a un hijo hasta que éste cumpla su mayoría de edad.

Tal indicador es resultado de un trabajo diseñado por su propio Departamento de Agricultura y dado a conocer por el mismo gobierno norteamericano y abarca los costos de alimentación, vivienda y escolaridad de un niño nacido en el 2007 y que serán necesarios durante los próximos 18 años.

Las impresionantes cifras representan un mayor índice que lo gastado por las familias promedio estadounidenses en tiempos recientes. Y si bien demuestran un incremento, la novedad radica en que está disminuyendo el rubro de la alimentación pues, si antes se consideraba un 25% del presupuesto, en la actualidad sólo se dispone de 17%, sacrificando la buena comida.

En cambio, a diferencia de ello, el rubro de educación tuvo un espectacular crecimiento, pasando del 2% al 12%.

Sin embargo, el costo mayor que deberán disponer los matrimonios en Estados Unidos será el concerniente a vivienda; ahora se incrementa al 33% de los gastos totales, a diferencia de antes que alcanzaba el 27%.

Las primeras investigaciones del Departamento de Agricultura se iniciaron en 1960. Desde entonces las realizan anualmente con el fin de hacer proyecciones no solamente en su economía sino como información privilegiada para los hogares de su país y en el mismo se incluyen el transporte, salud y otras necesidades.

Dentro de las cifras alcanzadas se indican que mayor dinero en la crianza de los hijos se gasta durante la etapa de adolescente pues el consumo en vestimenta y distracciones se duplica a diferencia de cuando se era un niño.

Señala el gobierno norteamericano que una familia con ingresos promedio de 45,800 dólares sin los descuentos por impuestos puede gastar en términos reales unos 148,320 dólares durante los primeros 17 años del niño. Por otra parte, los hogares con ingresos superiores a 77,100 dólares al año, gastarán 298,680 dólares en la crianza de un hijo.

El Departamento Agricultura también notó que los costos de crianza de un niño son más grandes en la región urbana del oeste de Estados Unidos, y menores en la región norcentral y las zonas rurales del país.

En nuestras naciones latinoamericanas cuyos salarios mínimos van de 288 dólares (Venezuela) a 155 dólares (Perú) por mes ó 3,456 y 1,860 dólares por año, respectivamente, sería interesante que alguna institución haga un estudio para conocer qué cantidad exacta gastamos en criar a un hijo.

Si bien no existe un trabajo especializado, infinidad de informes, artículos, ensayos y variada documentación nos aseguran que sólo un mínimo privilegiado de menores de edad disfruta de todas las comodidades necesarias para su desarrollo infantil y juvenil hasta llegar a la mayoría de edad. El resto deberá conformarse con que sus padres tengan al menos ingresos y que les toque lo máximo posible en esa distribución familiar. Mientras, además de estudiar en escuelas públicas y atenderse en centros de salud del estado, también deberán sacrificar alimentación y distracciones.

El gran cantautor panameño Rubén Blades al comenzar la década de los ´80 creó su opera-salsa "Maestra Vida",
producida por Willie Colón. Entre los temas que incluyó hubo uno llamado “El Nacimiento de Ramiro” y desde entonces -para todos quienes gustamos de este género- se convirtió en el himno por la llegada de un hijo (al mío -que nació en 1986- le puse ese nombre por recuerdo a la canción). La simpleza y profundidad de su letra, aunque suene contradictorio, se sintetizan en un verso que dice “aunque sé que he andado en mil problemas trataré de darle todo lo que nunca tuve yo”.

Lo bueno -y hablo exclusivamente de los padres responsables, entre quienes me incluyo- es que cuando tenemos ingresos, sean muchos o pocos, no nos preocupamos en cuánto gastamos para criar a nuestros hijos, creemos que siempre será poco, sobre todo si al final ellos nos retribuyeron esta “inversión” siendo hombres serios y honestos.

Un recuerdo de los años ´70

viernes, 4 de julio de 2008

El amor te vuelve ciego

La famosa frase de que el amor te vuelve ciego ha dejado de ser una simple expresión para tener todo un respaldo científico. Investigaciones recientes sobre el funcionamiento del cerebro revelan que las personas enamoradas son incapaces de ver los defectos del ser amado y pierden la capacidad de criticar a sus parejas.

Mara Dierssen, neuróloga e investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona asegura que en determinados sentimientos, especialmente en los casos de amor romántico o maternal, se activan las mismas regiones del cerebro y, simultáneamente, se "desactiva" la zona del cerebro encargada del juicio social y de la evaluación de las personas.

La profesional -que expuso hace su trabajo unas semanas en el foro internacional “Amor, ciencia y sexo” realizado en España- afirma además que esta insólita situación ocurre no solamente con los seres humanos sino también en los animales y tal severación es resultado de varios años de estudios con la finalidad de conocer el complejo funcionamiento del cerebro.

Si bien, los trabajos no están concluidos, estos avances sirven para empezar a responder preguntas que nos hacemos desde siempre, como saber qué ocurre en nuestro interior cuando nos enamoramos, si es cierto que nos enamoramos con el cerebro o con el corazón y por qué a veces sentimos deseos sexuales y otras no.

Si bien, la Real Academia define la palabra amor como "un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser", para la doctora Dierssen, el amor es mucho más simple y simplemente dice que es "una adicción química entre dos personas".

Según la investigadora, cuando hay enamoramiento sólo ocurren otros deseos como atracción física, apetito sexual, afecto y apego duradero. Estos sentimientos producen al interior un conjunto de alteraciones químicas que generan a su vez sustancias como la dopamina, responsable de la sensación de atracción o la serotonina, implicada en los pensamientos obsesivos.

El trabajo también permite comprobar que los cerebros de hombres y mujeres funcionan de manera diferente en cuestiones del amor, incluyendo lo relacionado a los deseos sexuales. "Se ha descubierto que existen diferencias entre géneros, de manera que el hombre es más sexual, tiene un apetito sexual más constante, mientras que la mujer es más sensitiva", explica Dierssen.

Con respecto a la infidelidad, la experta advierte que ésta se produce de diferente manera de acuerdo a las especies. Recuerda que, por ejemplo, sólo el tres por ciento de los mamíferos son monógamos, como los ratones de la pradera, las orcas o el hombre, mientras que la gran mayoría son promiscuos.

Sin embargo, Dierssen dio a conocer sobre un experimento hecho con ratones de montaña, caracterizados precisamente por su gran promiscuidad. Dijo que mediante una manipulación genética en estos animales se consiguió que los machos sean fieles a su pareja.

Se imaginan qué pasaría si este experimento se aplicara a los seres humanos. Qué pensarían ellas de tal posibilidad. Sobre todo cuando por otros estudios se conoce que un 15 por ciento de latinos reconoce haber sido infiel alguna vez en su vida y un 45 por ciento afirma que lo deseó en algún momento.